Vidario

El 21 de octubre de 1989 se publicó en Citas, suplemento literario del Diario de Jerez, la primera entrega de El gato encerrado, escrito dos años antes. En 1990, la editorial Pre-Textos iniciaba la publicación del Salón de pasos perdidos, la personal novela en marcha de Andrés Trapiello, obra, por sus características, cadencia y recorrido, sin parangón en la historia de la literatura española. Desde entonces y hasta ahora el Salón no ha hecho sino crecer en extensión, ambición e influencia en sus sucesivas entregas, esperadas cada año por un creciente e impaciente número de lectores que, acaso para distinguirse de lo que su autor calificó humorísticamente como el «Club de las Almendritas Saladas», hallan en esos libros el modo más discreto de sumarse a aquellos que Stendhal llamó, no sin un asomo de melancólica ironía, los happy few. Señaladas personalidades de esta jovial y distinguida logia se han dado cita aquí, convocadas por la editorial Pre-Textos, que ha querido celebrar junto a ellas los veinte años del inicio de este singular e inagotable viaje de la vida hacia la literatura y de la literatura hacia la vida.

«Es posible que la habitual estulticia, que venera a la novela como culminación de la historia literaria, considere El gato encerrado una obra menor… Yo creo, por el contrario, que es uno de los dos o tres libros que se seguirá leyendo cuando la mayor parte de la literatura de este final de siglo no sea sino envejecido pasto de eruditos.» (José Luis García Martín, La Nueva España, 1990).

«¿Cómo consigue Trapiello que un diario sin nombres ni viajes nos arrastre a una lectura desenfrenada? Quizá porque su prosa posee una eficacia psicológica, una difícil sencillez ausente de las letras españolas desde que Baroja dio fin a sus memorias.» (Jon Juaristi, El País, 1993).

«Lo que es ya seguro es que los diarios de Andrés Trapiello figuran entre las obras definitivas de la literatura de los últimos veinticinco años españoles.» (José Carlos Mainer, Poesía en el Campus, 1997).

«No llego a saber del todo, después de los miles de páginas de esta novela en formato de diario, si la ley de mi felicidad está en el tono constante o en la variedad desconcertante… Todo es narración aquí, o casi todo, y narración sin sufrimiento y con jovialidad.» (Jordi Gracia, El País, 2007).