Poemas enjaulados
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Hoy,
al pasar por el patio de la cárcel
me encontré a un gorrión.
Picoteaba un trozo de pan bien congelado,
una migaja fría, en la nieve.
«Tú y yo somos los dos prisioneros hambrientos», le dije.
Y así, en aquel instante,
abandonó la miga
y se alejó volando.
Ante eso pensé:
«¿Acaso eres tú menos
que este pobre gorrión?
Dime, ¿por qué no sueltas
el pan igual que el pájaro?
Deja esa miga y vuela
aunque te roa el hambre».
«Gorrión».