La domesticación
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Autor |
Vienes del río,
el que se esconde,
de vez en cuando,
como mi alma,
bajo la tierra,
para que siembren los muertos,
para que amasen su pan.
Vienes del mar,
el mar de enfrente,
donde tu madre,
de niña, se bañaba
con las manos cubriendo sus pezones
para que el agua no se los llevara.