La caja china

Tengo en mi casa, guardada en un cajón, una vieja caja china de laca negra que perteneció a mi abuelo. Hay en su tapa flores pintadas en rojo y verde y su interior es de cristal. Esta caja me la encontré, siendo niño, en un cuarto trastero. Estaba llena de objetos que entonces me parecieron maravillosos y que hoy mi memoria se resigna a haber perdido. Si sé que había algunas fotografías. Entre esas fotografías estaba mi madre niña, bigotudos oficiales de las guerras de África y Cuba, postales de una ciudad anchurosa y campesina a la vera de un río grande y vivo, que por la Giralda vine a averiguar que era el Guadalquivir.

Fue muchos años después cuando me di cuenta de las propiedades mágicas de mi caja china. En ella pueden guardarse los sueños, y siempre esos sueños terminan convirtiéndose en realidad. Cuando deseo escribir un poema, anoto en un papelito azul el tema, y lo dejo en la caja. Algún tiempo después –meses, días, horas o años, que en eso la caja es impredecible– termino escribiéndolo enterito.

Fernando Ortiz (Sevilla, 1947), colaborador asiduo en prestigiosas publicaciones nacionales y extranjeras, ha publicado hasta el momento los cinco libros de poemas: Personae (Sevilla, 1981); Vieja amiga (Madrid, 1984); Marzo (Madrid, 1986); Recado de escribir (Sevilla, 1990), y Un funcionario (Málaga, 1991). También es autor de tres libros de ensayos: Introducción a la poesía andaluza contemporánea (Sevilla, 1984), y La estirpe de Bécquer (Sevilla, 1985). En 1992 publica un conjunto de prosas, Sevilla y los sevillanos, en edición bellamente ilustrada por Carmen Laffón. Es asimismo responsable de la edición del Epistolario inédito de Luis Cernuda (Sevilla, 1981).