La asamblea de los muertos
Peso | 190,00 g |
---|---|
Autor |
El número de muertos es incalculable. Corresponde al de todas las personas que han existido desde el comienzo de los tiempos hasta nuestros días, sin que sepamos bien en qué momento empezaron dichos tiempos. Es más, cuando la comunidad científica cree haber conseguido el dato definitivo que puede zanjar de una vez por todas esta inquietante cuestión, aparece un fósil en alguna parte que hace retroceder la fecha y nuevamente se desbaratan las estadísticas. Pero si conocer el número exacto de seres humanos que han poblado el planeta es un gran enigma, aún lo es mayor el planteado por su destino una vez acaecido el óbito. Nadie ha sabido contestar todavía de manera concluyente –o al menos convincente– a la gran pregunta: ¿de dónde venimos?, pero las respuestas a la otra gran pregunta, ¿adónde vamos?, son tan sorprendentes como variopintas. En este más allá que yo imagino, el individuo, al morir, se encuentra desasistido por completo. Por eso cuando, por así decirlo, “cobra conciencia” de su estado, el sujeto busca desesperadamente compañía y la encuentra gracias a la convocatoria (¿ritual, aleatoria, permanente?) de las asambleas.
Con este libro no pretendo más que hacerme eco de mis obsesiones, reírme de mis propios temores (en definitiva, darle un susto al miedo) y echar mi cuarto a espadas en la espinosa polémica de la supervivencia después de la muerte, incurriendo en ese oxímoron, ese “absurdo ingenioso” que supone el hecho de querer materializar un más allá representable y coherente. Yo concibo la muerte como un extraño y lejano país al que habrá que acudir en algún momento. Una tenebrosa región de soledad y de sombras donde, como en las antiguas posadas españolas, sólo encontraremos lo que llevemos puesto.