Entrevistas, conferencias y cartas
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Don Ramón hila su barba frente a nuestra pregunta.
Yace en el lecho aquejado de varios y leves males. Por eso, al otro lado de la cama, una señorita prepara con esmero y gracia una inyección, mientras otra, también linda –y sabéis que lo son las dos-, lee sin demasiado entusiasmo en un libro.
Don Ramón ha recogido las puntas de su barba y las retuerce con lentitud.
-¿Cómo será la literatura en el año 2000?
– No me lo puedo imaginar. Ni realmente me interesa cómo pueda ser. Ni yo podría controlar mi opinión, ni nadie podría cotejarla.
Pero don Ramón siempre acierta con una frase y no podía quedar su respuesta en ese encogimiento de hombros.
– Si yo supiera, si yo intuyera cómo podría ser la literatura del año 2000, ya la estaría escribiendo.
En efecto. Valle-Inclán, que ha acometido todos los géneros literarios, desde la novela al teatro poético, desde la narración histórica a la filosofía, desde la comedia bárbara al esperpento de su creación; que se ha renovado como nadie; que permaneciendo siempre fiel a su estética, ha podido desarrollarse, extenderse y superarse como no lo ha podido hacer ningún otro escritor en el mundo, no podía contestar más que eso: “Si yo lo supiera, ya estaría escribiendo esa literatura”.
Ahora, Madrid, 21 de febrero de 1932.