Por Victoria M. Niño, El Norte de Castilla.
Cuesta imaginarle jugando con soldados romanos de plástico, deslizándose por los lomos de la sierra de Madrid en esquíes o con su prima en el cine de Tetuán. Pero aunque sus memorias huyan «de lo cotidiano», aunque sean cosecha del «recuerdo selectivo que acaba deteniéndose en perdedores», a pesar de la conciencia temprana por mor del juicio ajeno de ser «un niño raro», Luis Antonio de Villena también participa de algunos de los ritos infantiles y juveniles propios del español de su tiempo, aunque sea literariamente refractario…