Celebra Pre-Textos sus bodas de Plata y lo hace publicando un hermoso libro, Nosotros los solitarios, en que diferentes autores de la editorial muestran lo mejor de si mismos en forma de relato. No es Pre-Textos es una editorial joven, por muy joven que sea su trayectoria. Pero es posible que su dimensión estuviera en la cabeza de sus responsables mucho antes de que vieran la luz sus primeros títulos. Manuel Borrás ha sabido en algún caso conjugar esa labor de editor, difícil por todo lo que arrastra de leer manuscritos, preparando colecciones y rechazando a jóvenes y no tan jóvenes autores tan llenos de ilusiones como escasos de talento. Decía que Pre-Textos, es una Editorial no tan joven, pero con el suficiente carisma a sus espaldas como para que comience a ser vista como un serio competidor dentro del mundo de la edición. Su catálogo está lleno de descubrimientos, hoy consolidados autores, entonces brillantes promesas, y de la necesaria muestra de calidad literaria que hacen que crezca de una forma geométrica. Penetrar en su espíritu es lo que vamos a intentar hoy. Desentrañar su pócima, es algo reservado a los no iniciados.
Luis García.- Veinticinco años, Bodas de Plata. Pero ¿cómo comenzó la andadura de Pre-Textos?
Manuel Borrás.- La andadura de Pre-Textos comenzó durante la etapa universitaria de los tres socios que seguimos componiendo el núcleo de la editorial y nació por una extraña combinación de pasión y decepción. Pasión por la cultura escrita y decepción por la institución universitaria a la que no queríamos ver ligadas nuestras vidas. La creación de nuestra editorial fue una buena estrategia vital de salida para evitar el futuro que nos iba a deparar la institución universitaria y al que no queríamos vernos abocados.
L,G.- ¿Recuerda cual fue el primer título que editó la Editorial?
M. B.- Sí, perfectamente: Materiales para la historia de las ciencias en España : siglos XVI y XVII. Libro, todo hay que decirlo, del que, aunque no estaba en principio en nuestro ánimo haber editado, no nos arrepentimos.
L.G.- ¿Qué sintió cuando lo vio en las librerías?
M. B.- Alivio, mucho alivio y el contento propio a que había comenzado nuestra aventura.
L.G.- Hay en el catálogo de Pre-Textos, hitos fundamentales para entender el por qué es una Editorial seria con clara vocación de pervivencia, como es la apuesta por los clásicos vamos a llamar… impopulares. (Caso de Eca de Queiroz). Incluso cuando edita a Conrand, lo hace con una obra inédita en nuestro país: Salvamento. ¿Es esta política una apuesta personal de Borrás?
M. B.- Es una apuesta de la editorial. Aunque recaiga en mí la responsabilidad de la dirección literaria de Pre-Textos, las decisiones se toman siempre colegiadamente. Lo que sí puedo añadir es que cuando se pensó inaugurar esa línea se hizo con dos claras intenciones. Por una lado, traducir obras clásicas que incomprensiblemente no habían contado hasta la fecha con una traducción al español, y por otro, tratar de poner de nuevo en circulación y al alcance del público interesado traducciones completas y fiables de muchas obras que habían sido a nuestro entender nefastas o sólo parcialmente -por efectos de la censura que imperó en nuestro país- traducidas. Nosotros, además, encargamos siempre traducciones de la lengua de origen y nunca, como ha sido y por desgracia sigue siendo habitual, de lengua interpuesta. Hace poco se ha editado una antología de Chejov en la que hay cuentos traducidos del inglés, del francés y del ruso de muy distintas procedencias y autorías, para nosotros eso es engañar al lector. Tengo para mí también que todo clásico debería traducirse por lo menos cada quince años a fin de acercar la sensibilidad de la época de ese autor a la sensibilidad de la nuestra sin por supuesto desnaturalizar el «clima» de la obra, pues de todos debería ser sabido que tanto el uso como la sensibilidad de una lengua varía con el tiempo.
L.G.- En estos tiempos de globalización, en los que parecía que las Editoriales pequeñas llevaban camino de desaparecer engullidas por los grandes grupos, es curioso ver como oponen calidad literaria a cantidad de volúmenes editados. ¿Cree suficientemente entendida por los lectores esta estrategia?
M. B.- Por los lectores lectores o por los que considero lectores gustosos desde luego, por el circunstancial no. Pero todo es cuestión de tiempo. España es por desgracia todavía un país con un índice de lectura paupérrimo, pero los pocos que leen saben muy bien lo que quieren. El tratar de no defraudar sus expectativas debería ser el gran reto de todo editor cultural.
L.G.- Debe de ser complicada la labor de editar, y me figuro que tremendamente dolorosa la de rechazar algún manuscrito. ¿Se ha arrepentido de algún rechazo en particular?
M. B.-Siempre he sostenido la opinión de que la faceta más dolorosa en nuestra labor es la de tener que erigirnos en jueces. Es muy controvertido tener que enjuiciar algo que es producto de la estricta intimidad de un individuo, y aunque trates de ser lo más delicado posible al respecto, las más de las veces no se entiende la necesidad que tenemos los editores de aplicar un criterio de excelencia. Arrepentirme, y lo digo de verdad, no me arrepiento de nada. Todo lo más que he podido sentir es haber tenido que renunciar a editar algo en lo que he creído, pero que por motivos de orden físico, de limitaciones económicas he tenido que rechazar.
L.G.-¿Tan difícil es descubrir un talento literario?
M. B.- No, si se sabe leer. Un editor antes que nada debe ser un lector, ese es un horizonte que a veces se olvida y de ahí que gran parte del mundo editorial en nuestro país viva tan divorciado de sus verdaderos destinatarios, los lectores.
L.G.-¿Y mantenerlo fiel a la Editorial?
M. B.- Nuestra experiencia puede avalar que los autores por regla general son mucho más fieles de lo que se dice. A lo mejor es porque en Pre-Textos tratamos de establecer antes que nada una relación de amistad con ellos o que ellos se encuentran a gusto en el espacio que demarca nuestro catálogo, no lo sé, pero nosotros no tenemos queja al respecto. Lo que es evidente es que el mercado es omnímodo, estamos inmersos en él y habrá que resignarse a aceptar sus leyes si se benefician con ello los autores a los que admiramos. Lo fatal es que éstos se subsuman a él incondicionalmente como también ocurre.
L.G.-¿No le parecían tus inicios, un tanto locos e irresponsables?
M. B.- Para nada, por más que tengo para mí que para ser editor en España hay que ser algo valiente y quizás también, como es nuestro caso, temerarios.
L.G.-Es conocida la apuesta de Pre-Textos por los jóvenes valores, a menudo totalmente desconocidos. Sin embargo, en el momento en que despuntan suelen algunos irse a Editoriales teóricamente de mayor peso específico. ¿No genera esto un poco de frustración?
M. B.- Desde luego, pero el mercado es el mercado y piensese sobre lo que dije antes sobre él. Si yo hubiera podido cubrir económicamente alguna de las ofertas que hicieron a alguno de los autores descubiertos por nosotros, sin duda lo hubiera hecho, mas eso sí, exigiéndoles en vez de la conclusión de una obra a una fecha determinada, que se tomasen el tiempo necesario para escribir la obra que les correspondía hacer a la luz de las expectativas despertadas.
L.G.-Pero lo que no cabe duda es que Pre-Texto, Lengua de Trapo…, no pueden competir en igualdad de condiciones con los grandes grupos, cuyos catálogos se nutren precisamente de los descubrimientos de Editoriales como la suya…
M. B.- Es verdad, tanto Lengua de trapo como Pre-Textos somos como una suerte de ojeadores que les levantamos, sólo si tienen éxito de ventas se entiende, las piezas que después suelen «abatir» las grandes editoriales. Como fuere y pese a las nefastas consecuencias que esa «codicia» conlleva, la tarea del descubrimiento y posterior sanción favorable de un autor por parte de los otros es también una labor que gratifica. Lo esencial es hacer las cosas y si nosotros contribuimos a poner en valor obras o autores que pasaron desapercibidos a los otros, mejor que mejor. Lo alarmante es comprobar a veces la falta de criterio por parte de muchos de los colegas que llegan a disputarse un autor que previamente habían rechazado al verlo editado bajo nuestros sellos. Casos así podría referir un montón.
L.G.-En Nosotros los solitarios ha reunido veinticinco sonados autores en torno a un mismo proyecto. ¿Qué nos depara Pre-Textos para sus bodas de oro?
M. B.- Pues al margen de este libro que fue pensado más por los autores que concurren en él que por nosotros, cosa que nos alegró muchísimo, un ciclo de conferencias que tendrá lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid a lo largo del primer semestre del año que viene en el que intervendrán filósofos como Rosset, Agamben, Nehamas, Serres, Sloterdijk, José Luis Pardo, Schmid y algún otro por confirmar y también un par de actos en torno a la idea de la alegría que tendrá lugar en La Residencia de Estudiantes madrileña donde todavía están por definirse los conferenciantes.
L.G.- Los Diarios de Trapiello son todo un clásico de las Navidades de este país. ¿Hasta cuando su entrega, o dicho de otra forma, no teme que el lector comience a sentir cierto hastío?
M. B.- El lector gustoso, confío, sólo acaba cansándose de los subproductos literarios y de los falsos valores, de tanto gato por liebre como se les da. Creo con honradez que no va a ser el caso de Trapiello, para mí, al margen de la amistad que me une a él, es uno de los pocos escritores de mi generación que sin duda quedará.
L.G.-¿A que autor te hubiera gustado editar?
M. B.- A bastantes, aunque así a bote pronto se me ocurre, entre mis coetáneos españoles, a Álvaro Pombo o a Justo Navarro.
L.G.-¿Y a cual nunca editaría por mucho fenómeno social que significase?
M. B.- A multitud, a tanto y tanto falso valor como anda suelto.
L.G.-¿Cómo son las relaciones con sus colegas editores?
M. B.- Salvo una desgraciada excepción, y muy a mi pesar, excelentes.
L.G.-¿Admira (se que no es el término más adecuado) a algún editor en particular?
M. B.- Sí, a Abelardo Linares, a Andrés Trapiello editor circunstancial y tipógrafo excelente…
L.G.-¿Qué pesa más a la hora de editar a un desconocido?. La intuición, los informes de algún experto…
M. B.- La aplicación de un criterio de excelencia producto de una lectura atenta, libre y desprejuiciada.
L.G.-¿Qué libro o autor le hubiera gustado descubrir y publicar?
M. B- Todavía hay mucho por descubrir y publicar, espero. Preferiría no mencionar a nadie en concreto.
L.G.-¿Qué opinión te merecen los cánones literarios?
M. B.- Ninguna. Creo que sólo suelen servir de distracción a aquellos que la literatura les trae al pairo y que por regla general sólo atienden a las modas más que a su verdadero y libre sentir de lectores. Cabría añadir, por otro lado, que la mayor ventaja de las modas es que pasan rápido.
L.G.-Y por último, ¿qué sorpresas literarias nos depara Pre-Textos para este milenio?
M. B.- Espero que muchas. Somos de la opinión que todo libro que nos ha ayudado a vivir a nosotros puede ser susceptible de ayudar a los otros. Y si se me permite, a contrario de lo que suelen hacer muchos de mis colegas, no voy en el último momento a vender ni siquiera expectativas de nuestro catálogo por venir, sí, en cambio, si se me permite, desear que el milenio nos atraiga por lo menos un autor de la altura de, por ejemplo, un Galdós y que ojalá seamos nosotros los afortunados de verlo editado bajo nuestro sello. También, cómo no, que se nos permita poder celebrar nuestras «bodas de oro» siendo los que somos en esta aventura y los que en estos veinticinco años por llegar vayan sumándose a esa casa común para la literatura y la amistad que pretendemos siga siendo Pre-Textos.