Por Manuel Arranz, Letras Libres.
¡Quién iba a imaginar hace unos años, cuando empezó a usarse indiscriminadamente, que la denominación light iba a colonizar hasta la literatura! Pues así ha sido. Empezó llamándose literatura ligera (lo de barata sonaba ya algo peyorativo), libros que no hicieran pensar demasiado, que relajaran la mente y los sentidos. ¡Como si nos pasáramos la mayor parte del tiempo pensando y necesitáramos reponernos de tan agotadora actividad! Hoy en día la mayoría de los libros son light, el público no pide otra cosa, no compra otra cosa, y estamos empezando a dar síntomas de desnutrición espiritual. Contra este tipo de desnutrición sólo hay un remedio: tomar pronto algo sólido, algo consistente, en fin, los alimentos de siempre, bien condimentados, bien sazonados, bien cocinados. Por ejemplo, Gottfried Benn…
Leer la reseña completa aquí