Por Rubén Darío Higuera, Pulsación Literaria.
Uno se jacta de leer y disfrutar a Maurice Blanchot, de recorrer, palabra por palabra, ese mundo intransferible e incomunicable del hombre, de todo hombre. No resulta exagerado afirmar que en sus escritos literarios (¿cuáles no lo son?) el pensador francés nos permite acceder a una tierra desconocida enarbolada por el lenguaje. Innumerables miradas y evocaciones que reviven el mito de lo que pudo ser y fue, y otras, muchas, que intensifican el otro, el que asegura que pudo ser, pero se truncó el camino. Thomas el oscuro es el mejor ejemplo, es uno de aquellos libros que contienen el universo y lo niegan, para ir del más acá al más allá, prescindiendo de accesorios y aferrándose al único equipaje importante, al único camino: el lenguaje…
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