Por Joaquín Albaicín, Cultura Transversal.

He leído hace poco dos novelas escritas por suicidas. Una de ellas es Los náufragos, de Jean Améry (Pre-Textos), una desolada reconstrucción de existencias agarradas a una tabla, de vidas que no despegan y de amores mediocres y con el horizonte nublado por las cavilaciones sintomáticas de aquellos virus conocidos en la década de 1930 como ideologías…

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