Por Manuel Arranz, Letras Libres.

La paradoja que pone de manifiesto este libro de Rosset es la afición del hombre por todo lo que es, o le parece, significativo, y la insignificante vida que vive. Insignificante no en el sentido de anodina, al menos no en todos los casos, sino en el sentido de carente de significancia. Cosa que tampoco quiere decir que carezca de significado, sino que cualquier significado vale, y que necesariamente tiene que tener uno, el que tiene precisamente, pero no precisamente sino de todas formas de una cierta forma.
Ya en las primeras páginas del libro Rosset nos recuerda una recomendación de Descartes que el Cónsul parece tener muy presente en su, llamémosla así, deriva rutinaria: “Ir siempre adelante si se quiere estar seguro de llegar al menos a alguna parte”. El Cónsul es el cónsul de Bajo el volcán, la espléndida novela de Malcolm Lowry, de la que se sirve Clément Rosset para empezar a hablar de lo real en Lo real…

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