Por Concha D’Olhaberriague, El imparcial, Madrid.
Por una venturosa sincronía, llegaron a mí recientemente dos libros de memorias nada comunes. Acababa de leer Semillas de gracia, del hispanista orteguiano Thomas Mermall, cuando una amiga me trajo de París Jeanne, de la helenista Jacqueline de Romilly. La sucesión inmediata en la lectura absorbente de ambos libros y alguna coincidencia muy honda en el aliento y la elegancia de los dos escritores harán que, ya para siempre, permanezcan unidos en mi recuerdo.
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