Por Redacción, Punto de libro.

Comienza Proust su ensayo Sobre la lectura defendiendo que nuestras lecturas infantiles son la mejor manera de rememorar la infancia, sus pequeños momentos y sus espacios. Lo hace en un pasaje que ocupa varias páginas, pero en las que, curiosamente, habla poco de la lectura. Su mención a las lecturas de la infancia le lleva a evocar y describir las comidas en casa de sus tíos, la habitación en la que se alojaba cuando iba a visitarlos, las calles o el parque por el que paseaba, con gran minuciosidad en los detalles. Proust rememora aquellas mañanas en las que esperaba la hora de comer no queriendo que llegase nunca, para no tener que dejar la lectura. O las largas tardes en que la lectura le estaba prohibida hasta después de la merienda…

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