Por Tereixa Constenla, Babelia, El País.
Pablo Uriel pudo contar lo de Belchite. En el verano de 1937 sobrevivió a las bombas republicanas que caían sobre la iglesia donde atendía heridos, a enlazar días con noches sin dormir, a la torridez de agosto sin agua, a las moscas que sobrevuelan infecciones, a la desesperación. Cuando los republicanos conquistaron el último ladrillo de Belchite, sólo quedaban heridos incapacitados para caminar y los jóvenes doctores Uriel y Estefanía…
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