Sobre el dolor
Peso | 420,00 g |
---|---|
Autor |
Cesare Pavese anotó en sus diarios que aceptar el dolor significa dominar una alquimia para transmutar el fango en oro, la maldición en privilegio.
La historia de Occidente aporta una crónica de esas transmutaciones. Nunca una realidad ha sido tan refractaria a ser expresada sin distorsión en el lenguaje humano.
Por otra parte, ¿qué tienen en común el duelo por un ser fallecido con una jaqueca? ¿el mal de amores con una artritis? ¿Cómo reunir el sufrimiento de un penitente cristiano con el dolor de un ateo hospitalizado?
Desde el dolor visionario al dolor redentor, el sufrimiento deviene sabiduría o salvación, otorga verdad y poder. Este ensayo versa, pues, sobre diversas interpretaciones del dolor: como ilustración (Kant), como privilegio del viviente (Hegel), como sinrazón (Schopenhauer) y como poder (Nietzsche). Además intenta ofrecer algunas claves desde las cuales mostrar y comprender mejor nuestras heridas. ¿Qué hizo exclamar a Job: “sólo él siente los dolores de su carne”? ¿Por qué el dolor es el gran olvidado? ¿Acaso debido a una amnesia metafísica o a una negligencia humana? ¿Cómo pudo llegar a convertirse en corona de espinas de la razón occidental? ¿Qué vericuetos condujeron a la pregunta por el sentido del sufrimiento? ¿Cuáles fueron las vías propuestas no tanto para eliminar el mal físico cuanto para aliviar el mal del sinsentido?
Atento tanto a su fenomenología interna como a sus contextos sociales o antropológicos, el ensayo presenta una historia del dolor moderno occidental, señalando su singularidad respecto a culturas antiguas y “primitivas”.
Aunque sus fuentes son especialmente filosóficas (además de los clásicos citados, el autor atiende a pensadores como M. Heidegger, L. Wittgenstein, T. W. Adorno, W. Benjamin, E. Severino, E. Levinas, etc.), no olvida referencias pictóricas (H. Holbein, M. Grünewald, O. Dix) y literarias (Fray Luis de León, Francisco de Quevedo, F. Dostoievski, F. Hebbel, H. Melville, F. Kafka, T. E. Lawrence, etc.). Se diría que pensar el dolor no puede traer deleite alguno. En todo caso, no es necesario que el placer de la lectura se torne en vía crucis. Este libro -por el que desfilan figuras como Dioniso, Adonis, Laocoonte, Job o Cristo- se interesa tanto por el llanto y el duelo como por el orgasmo y la ebriedad. Incluso sus voces más luctuosas guardan fidelidad al placer.
Por ello, a quien leyere estas páginas le aguarda un epílogo con una meditación final sobre la alegría.