Poesía reunida
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Hay muchas mujeres lapidadas a lo
largo
de la historia.
Su vida fue de jaurías y de toros rabiosos
de sangre alzada
de mordeduras largas.
Mujeres que le devolvieron al mundo
la embestida.
que se inmolaron o tuvieron que matar
para seguir viviendo,
esas que en las horas más oscuras
roturaron el campo con sus uñas
para que vos y yo pasemos.
Hondas mujeres
que quizás una lenta madrugada
marcharon al fuego o a la horca
por cosas tales como desordenar
el orden público
por inventar una nueva manera de descifrar
la vida por tener voz
o por infieles
o ateas.
Fragmento de «Mujeres con guitarra».
«Ana Ilce se presenta con una voz muy singular, honda e íntima, de persistente calidad, una verdadera escritora de culto para los jóvenes que hoy la buscan en Internet porque sus libros difícilmente están disponibles en las librerías. Empeñada en una terca voluntad de anonimato, costaba convencerla de acercarse a los reflectores. Huraña y discreta, aunque de risa fácil, se asustaba al oír mencionar su nombre en público, como si asomarse al mundo fuera un pecado capital. En esta reticencia a dejarse ver, Ana Ilce sólo es comparable a Martínez Rivas, escritor de culto también, quien luchó denodadamente a lo largo de su vida por el anonimato, defendiéndolo con dientes y garras. Pero el puente entre ambos no se tiende solamente gracias a esa voluntad de quedarse al margen, y su rechazo a la literatura como escenario, sino a la calidad íntima de su poesía, silencio y soledad.» Sergio Ramírez.
La poeta Ana Ilce Gómez, originaria de la Comunidad Indígena de Monimbó (Masaya, Nicaragua, 1945) falleció, a sus setenta y dos años, el primero de noviembre del 2017, en su ciudad natal.