Poesía
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Quienes se han interesado por aquel movimiento de vanguardia fugaz que fue el Ultraísmo saben que Lucía Sánchez Saornil fue una poetisa de vanguardia, la única mujer que participó activamente en las filas ultraicas y que, pese a su indudable afán de modernidad, firmaba a lo decimonónico con el sonoro seudónimo de Luciano de San-Saor.
Más conocida es su figura para los historiadores del anarquismo y de los movimientos de emancipación femenina, pues no sólo fue activa militante y secretaria del Consejo General de Solidaridad Internacional Antifascista, sino que, consciente de que el problema de la mujer proletaria en la sociedad burguesa era específico y diverso del problema del hombre proletario, fundó en 1936, junto con Amparo Poch y Mercedes Camposada, el movimiento libertario feminista “Mujeres Libres”.
Tres circunstancias se han concitado, pues, para confinarla al olvido: su condición de mujer, su adscripción a un movimiento de vanguardia injustamente minusvalorado, y su militancia política en un frente anatemizado tanto desde la derecha dictatorial como desde la izquierda marxista.
Lucía Sánchez Saornil nació en Madrid en 1895. Desde 1916 trabajó en Telefónica hasta 1929, ocupación que compaginaba con sus estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, y con su vocación literaria. Empieza a colaborar con el movimiento ultraísta ya desde 1918, año de su fundación, pero hasta 1919 no editará su primer poema marcadamente vanguardista en la revista Cervantes. Durante esta etapa de vanguardia interviene también en otras publicaciones como Grecia, la propia Ultra, Tableros, Los Quijotes y Plural-. Los años de la República fueron para Lucía Sánchez años de intensa militancia anarquista. Participó literariamente en órganos libertarios como Tierra y Libertad, Solidaridad Obrera de Barcelona y CNT de Madrid, del que sería secretaria de redacción. En 1936 fundó el movimiento libertario feminista Mujeres Libres, en cuya revista portavoz colaboró asiduamente. En 1937 se traslada a Valencia y allí destaca como redactora jefe en el semanario Umbral, donde conoce a América Barroso, la que sería su compañera hasta la muerte. Luciana Sánchez Saornil fallece en Valencia el día 2 de junio de 1970, tras su exilio en Francia y una prolongada estancia en la ciudad levantina condenada al silencio de la clandestinidad. Sólo el pintor Pedro de Valencia la frecuentó durante estos últimos años de su vida.