Poemas escogidos
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El padre de mi padre arruinó estas
colinas
y, mendigas al viento del invierno,
se contrajeron como espaldas desnudas y azotadas,
lunáticas, humildes, desvalidas.
De sus parvos arroyos bebí un día
y de sus viejos árboles comí frutos amargos
que encontré en sus cañadas por azar.
Ni los frutos ni el agua mi mente apaciguaron.
Yo sueño con colinas envueltas en la nieve,
sus párpados cerrados para ahuyentar el miedo.
Cuando se pierdan la hoja y el pájaro postreros
como un árbol perdure mi pensamiento aquí.
«Colinas baldías».