Más que el mar
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La infancia fue un pretexto para el canto. ¿Percutían las alas o éramos nosotros? Casi muerte, un hálito inquietante; verano, nos cercabas.
Los días o corimbos; reverberaba el sol, las piedras restallaban, los pámpanos erguían sus hojas combatientes, su densa sombra lenta adormeciéndonos.
Ardía el mundo, nosotros más que el mar. Ah, vano táctil: qué alta iba la flor. Avidos como grajos pisábamos la tierra: la luz sobre la luz, la vida en la enramada.
“El verano”.