Los que cruzan el mar
Peso | 610,00 g |
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Autor |
Los que cruzan el mar es el título con que reúno los diarios iniciados un mes de marzo de 1974 en Tenerife y que terminan en el mes de marzo de treinta años después fuera de la isla. A partir de ahora serán cosa distinta, me digo a propósito de los diarios que habrán de venir, como si de verdad me encontrara en otra orilla distinta y firme. Sólo que no sé cuando podré volver a verla y escribir que me siento de nuevo a salvo. Siempre he pensado que escribiría interminablemente un solo libro. Pero nada de eso que se suele decir sobre que no hacemos más que escribir el mismo libro. En realidad me gustaría que ese libro me viniera ya escrito, para que yo no tuviera otra cosa que hacer que pensarlo y cincelarlo.
En parte eso han sido Los que cruzan el mar, pensados como tal vez nunca fueron pensados en su momento y labrados como un negativo al que se le ha quitado el envoltorio del espacio y los días. Quiero decir que han sido escritos por varios de mí mismos, y que sólo cuando tomé la decisión de publicarlos, se impuso la necesidad de doblarlos a una sola voz. Esa sola voz tuvo que volver a vivir lo que se venía registrando y tuvo que hacerlo como quien se enfrenta a la novela de otro. Yo he procurado que esa novela de otro, de los otros, estuviera lo suficientemente tensada como las velas que se caen en las calmas oceánicas y que tuviera la expresividad suficiente de la quilla que se levanta para tumbar el oleaje.
Los demás podrán protestar las historias que siguen, historias que son momentáneas y sucesivas, como también son aproximadas y remotas en relación a los hechos, si en ellas se vieran como sujetos de verdad, lo cual sería un error, pues los sujetos y las verdades ya son pertenencias del libro. Porque ¿frente a qué hechos que de verdad sucedieron se ponen en relación, si sólo puedo estar seguro del hecho de haber escrito estos diarios en tanto que libro que se da a la luz? Yo he sido el primero en recusarlo, así, como libro ordenado y unitario. He sido el primero en sentirme extraño en medio de la historia que aflora de todo lo sucedido, lo cual no sería nada raro, ya que en su momento solían moverme las extrañezas. Y soy finalmente quien acepta la sola historia de Los que cruzan el mar como inevitable. Todo lo demás carece de importancia.