978 84 85081 78 31

18,00 

Autor/s: Federico García Lorca
Año: 1986
ISBN: 84-85081-78-1
Nº de edición: 
Encuadernación: Rústica
Formato: 24×17 cm
Páginas: 366
(Próximamente extracto y cubierta)

La zapatera prodigiosa (facsímil de la primera versión autógrafa inédita)

Peso 480,00 g
Autor

En los años anteriores a 1930, paralelamente a las primeras redacciones de La zapatera, García Lorca había ensayado ya suficientemente las posibilidades que le sugería el teatro de títeres, hasta el punto de anunciar desde él las pretensiones de su quehacer teatral respecto al que estaba generalizado en su momento. Si bien es cierto que La zapatera puede encuadrarse, como se hace, en un ciclo de farsas junto a otras tres piezas con él emparentadas formal y cronológicamente, deben hacerse matizaciones sobre el distinto valor de las propuestas que albergan. La preocupación de Lorca por este texto, que empieza por quedar patente ya en esas exigencias ante sus diferentes representaciones, y por un empeño de justificación de propósitos vertido en su prólogo, la aleja de toda trivialidad a menudo achacada a su género.

El carácter novedoso de este texto, del que Lorca tenía plena conciencia a juzgar por numerosas declaraciones que también aquí se examinan, debe ponerse en contacto con el profundo desagrado que manifiesta ante todo el teatro comercial de éxito en la época. La advertencia de una degeneración general de las tentativas dramáticas había arraigado en él haciéndole concebir esperanzas de nuevos experimentos teatrales en los que el proyecto de La Zapatera debía integrarse. Desde los diferentes prólogos que encabezan estas primeras piezas, se vislumbraba ya esa confianza en el teatro como medio reformador que mantuvieran en su día, con otros fines, los teóricos neoclásicos. En principio, una misma preocupación por la educación de la sensibilidad artística a través de la escena:

“El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la educación de un país y el barómetro que marca su grandeza y su desmayo. Un teatro sensible y bien orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodebil puede cambiar en pocos años la sensibilidad de un pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede achabacanar y adormecer una nación entera. El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas y equívocas y explicar con ejemplos vivos normas enteras del corazón y el sentimiento del hombre.”

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