La misma savia
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Ese ruido de nada tras la verja,
y esta ausencia de brisa, esta quietud,
transforman lo que veo, apenas sin mirar,
en un jardín inmóvil, detenido
como un cuadro perfecto, como un texto
varado en su belleza inconmovible.
Sólo la luz despunta
en el remanso verde
con su sabio reparto en los acentos,
tildes negras, brillantes algarrobas,
palimpsesto amarillo en la hoja del cerezo
y asteriscos de sol en la resina.
Pienso que si me quedo
inmóvil y respiro
muy poco y muy despacio,
puedo permanecer
toda la eternidad aquí leyendo.
“Lectura”.