Gorriones de acera
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Autor |
Para ser opio, Dios,
me tienes bien despierto
con gorriones de acera
cantando salmos nuevos,
con borrachos que piden
bocadillos y euros,
con el Nilo que insiste
en cruzar el desierto.
Las pestañas de un niño
apuntan a tus dedos
y el ciprés se separa
cada vez más del suelo.
Las mareas esconden
tus lunas y mis miedos
y en el vuelo de un grajo
me has inspirado un verso.
Tú siempre tan callado,
hablando en el silencio.
«Habla de ti el silencio».