6,00 €
Autor/s: Francisco Salinas | |
Año: 1993
ISBN: 84-87101-82-8
Nº de edición: 1ª
Encuadernación: Rústica
Formato: 21×16 cm
Páginas: 62
Recorrido: Premio de Poesía Villa de Cox
El orden de la esfera
Peso | 85,00 g |
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Autor |
Languidece la tarde al final de la lluvia.
Algunas barcas quedan en la arena.
Hay dunas, hay matojos y las cañas
cubren la soledad de los amantes
cuando rompen las olas sobre el cielo.
“Languidece la tarde”, de Francisco Salinas
Me pareció entender un día que la familia de Francisco Salinas procedía de tierra adentro –él nació en el Puerto de Sagunto, en 1954-. Eso fue hace algún tiempo, cuando lo conocí como alumno de la Facultad de Filología de Valencia, entonces Filosofía y Letras, donde no recuerdo bien lo que yo enseñaba por entonces. Y vinculé sus orígenes a La Mancha, ignoro por qué.
Mi fantasía quiso encontrar una relación entre el aspecto de Salinas y su obra; su presencia física irradiaba el mismo ardor que alguno de sus poemas, algo así como de piedra caliente por el sol. Me parecía un Tuareg, un beréber, y, quizás, más probablemente, un cartaginés, de los que podrían haber quedado por Sagunto, su Zacintos.
Con el tiempo comprobé que profesaba sus ideas –de las que no se apeaba ni por amabilidad- y, sobre todo, sus fidelidades, pero nunca me pareció un fanático, muy al contrario, aunque sí hipersensible y escrupuloso hasta lo atormentado.
Salinas pertenece a esa rara especie de poeta que no tiene prisa por llegar. Me dijo que lo que le hubiera gustado es haber escrito sólo un opúsculo, algo inencontrable, y haberse sepultado en el anonimato. A ello se añadía su aversión a todo montaje, a todo exhibicionismo, tan frecuente en los de la especie.