Por Adrián Icazuriaga, altarwise.
Hace ya algunos años, Bioy Casares recordaba que la producción de Thomas De Quincey seguía aumentando considerablemente desde su muerte, acaecida en 1859. Ninguna intervención telúrica o investigación heurística ha sido tan eficaz como los hábitos dispersivos del propio autor, quien, según se ha comprobado, no otorgaba menos importancia a un cambio de residencia que a lo que dejaba esparcido tras de sí…
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