Por Inmaculada Lergo Martín, El Imparcial.
El siglo XX nos ha enseñado que la poesía no necesita instalarse en lo sublime para darse plenamente. O que lo verdaderamente sublime está en la experiencia más cercana, esa que nos une a todos en un mismo sentir ante la vida, ante aquello que inesperadamente nos regala o aquello con lo que nos golpea. La obra de Louise Elisabeth Glück (New York, 1943) no se maquilla para mostrar su riqueza y profundidad…
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