Por Deborah Antón, Letras en vena.

Nosotros escribimos, y los dioses nada tienen que decir al respecto. Indagamos, seguimos un rastro, enloquecemos; quizás buscando las respuestas sólo hallemos más preguntas. Escribimos con palabras de nadie, para nadie, en un ciclo sin principio ni fin. Nos creemos que las palabras son más nuestras que del aire que las contiene, más nuestras que del papel que les da cobijo. Nos olvidamos de la memoria, de la materia, de los espejos. La belleza está en todas partes y no precisa ningún plan. La poesía respira…

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