FRONTERIZOS (4)
Néstor Mendoza
El lugar de las palabras asume una postura discursiva, la segunda persona, para señalar un mal que se ensaña, o se ensañó, contra la autora: «tú que conociste todas las formas de lo que no es amor». Un diagnóstico médico, el menos favorable posible, es usado como insumo para escribir estos textos deliberadamente descarnados. Un proyecto de escritura en el que el motivo es la persona y su fragilidad. Pero no es una fragilidad alegórica: quien escribe padece y ve su vida amenazada por una patología real y no imaginada. La imaginación llega como testimonio creador (al recrear el peligro en el poema), o como una manera de dar fe de aquel proceso. Allí está la radiografía y la descripción que hace María Gómez Lara (Bogotá, 1989). El lugar de las palabras es un epíteto para no decir el lugar del cerebro donde se procesa (¿se produce?) el lenguaje. El lugar de las palabras, como nombre, quiere sugerir o encubrir. Quiere ser elíptico. Pudiéramos decir también: El hogar de las palabras. Lo que se propone la poeta bogotana es uno de los tantos esfuerzos por nombrar de nuevo, nombrar después de la batalla; en este caso, la estrategia para suprimir el corazón que crece en una parte de su cerebro. La poeta descubre que la acción de los verbos (la conjugación), y no el simple nombrar, es el recurso que puede salvarla: «qué curioso que el lenguaje se mida con acciones / que hacer sea más fuerte que nombrar / yo pensaba que las palabras más palabras / eran los nombres de las cosas». El lugar de las palabras se construye con poemas sin puntuación, la sintaxis facilita la enumeración de frases asociadas al dolor y al miedo. El decir de María Gómez Lara es terso, líquido, con vocación de cascada. En algunos casos aparece el relato sencillo de lo que ocurre o va a ocurrir en la sala de operaciones. La poeta intenta comprender qué sucede en su cerebro, en esa cicatriz con forma de corazón, y qué sucederá luego del tejido cerebral inflamado y la anestesia. Ella teme por sus palabras. No quiere perder ninguna. Perder las palabras como si se perdiera la propia vida. «También la verdad se inventa», escribe Antonio Machado, y pareciera la misma motivación que se plantea María Gómez Lara. La verdad no en un sentido de objetividad periodística. Una verdad que sólo compete a la autora y su entorno familiar, pero que al salir de los informes médicos y tratamientos e intervenciones quirúrgicas, pasa al ámbito de lo público. La literatura nace cuando escribimos y convertimos los prejuicios en tema. Cuando se convierten los dolores en tema. Volver al cuerpo: esto lo hace María. Vuelve con elegancia pero sin concesiones a su cuerpo, al mal que le diagnostican. Un tumor. Brain tumor unit.