Por Bárbara Ayuso, Jotdown.

Como la mayoría, usted no sabe quién es Christina Stead. No se preocupe, nadie le dirá que es su culpa ni le tildará de blasfemo ignorante. Porque los otros —quienes han ensanchado el pecho en la primera línea refutando con un «yo sí»— también saben que dar con esta escritora no es el resultado de la dedicación bibliófila ni la erudición, sino fruto del azar y el empujón. La de Stead, más que una laguna literaria, es una historia de fantasmas de estructura novelesca a la que le falta un buen inicio…

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