Por José Luis García Martín, Crisis de papel.

Hay autores que constituyen por sí mismo un género literario. Como en el caso de Miguel de Unamuno y de Ramón Gómez de la Serna, las novelas, los diarios, los artículos o los poemas de José Carlos Llop se parecen más entre sí que a otras novelas, diarios o poemas.
El personaje que construye en todos ellos –directa o indirectamente– es el de un amante de la alta cultura, del mundo de ayer del que habló Stefan Sweig, un personaje, desterrado en un tiempo de decadencia, a medias entre el Montaigne retirado en su torre y el “príncipe de Aquitania en su torre abolida” que cantara Nerval…

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