El libro que presentamos esta tarde me llegó bajo la rúbrica “Carpeta de mapas”. Créanme si les digo que en cuanto me sumergí en la lectura de esa suerte de carpeta territorializada por el drama de la pérdida, supe que me encontraba ante un gran libro de versos producto de la vívida presencia de una experiencia límite e insuflado de una honda intensidad por vía de la no autocomplacencia en el dolor, del siempre fácil recurso a la desesperación o de la admonición contra la muerte. En fin, sabía que me enfrentaba a un poemario muy serio, tanto desde el punto de vista formal como de su contenido.
Una tragedia común, la desaparición del padre, alienta los poemas que componen esta luminosa Descripción de un brillo azul cobalto. Una tragedia que, sin embargo, no reclama para sí un protagonismo desmedido. Más bien se sugiere, es una atmósfera, un estado que se manifiesta no sólo a través de detalles concretos (el símbolo del cangrejo que evidentemente se refiere al cáncer), sino que se contagia a los paisajes poéticos, a la realidad en pleno que el autor percibe.
Cabría hablar de una crisis en su sentido etimológico, una caída que es también una apertura nueva al mundo, un mundo que incluye, naturalmente, a la escritura poética, a su necesidad, a su condición de bálsamo nada indulgente. En ese sentido Descripción de un brillo azul cobalto se erige como una obra de gran madurez respecto de la anterior producción poética de Jorge Esquinca y que la singulariza como un libro cuya contención revela un dolor y un amor hondamente padecidos y cuyo distanciamiento expresivo no hace sino reforzar, a medida que se adentra uno en la lectura, la intensidad con que lo real se impone.
Una manifestación clara de esto último lo encontramos en la forma de los poemas. Escritos en versos libres, no siguen ningún patrón métrico concreto, y se apoyan mucho en los aspectos visuales para marcar un ritmo entrecortado, muy musical, muy expresivo, que sugiere la contención antes mencionada y una especie de fragmentación delicada de las percepciones.
El autor juega mucho con las elipsis, con cambios de sentido, con pausas versales dentro de un mismo verso, con onomatopeyas, etcétera… Sin embargo el producto final es de una enorme sencillez, conmovedora, casi propia de un haiku y de un poeta de la talla de Jorge Esquinca.
El sentido último de todo, y con ello termino mi parlamento, es la alabanza de la vida, de la realidad, y el elogio de la poesía. Una alabanza y una alegría que nacen de la aceptación de lo desconocido como tal (lean, por ejemplo, el segundo poema). En fin, hoy presentamos un libro excelente que en mi opinión otorga a Jorge Esquinca un lugar privilegiado no sólo en el ámbito de la poesía mexicana, sino en el de la poesía escrita en español.