Por Luis Antonio de Villena, El Mundo.
Conocí hace más de cinco años a Ida Vitale en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Ella (ya con ochenta y tantos años) iba acompañada de su segundo marido –el primero fue el gran crítico Ángel Rama, que pereció en un accidente aéreo- el también poeta Enrique Fierro. Lo que sorprendía en Ida era su juventud no sólo intelectual sino también física…
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