Por Marta Moreira, ABC, Cultura.

Un siglo después de que el Imperio Otomano exterminara a un millón y medio de armenios, el término «genocidio» continúa siendo un tabú. Así cabe interpretar la furibunda reacción del Gobierno turco ante las palabras de denuncia pronunciadas por el Papa Francisco el pasado domingo durante una ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro. La postura oficial del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, sigue siendo la misma que la de sus antecesores: la persecución y deportación masiva de civiles armenios llevada a cabo entre 1915 y 1923 no fue un exterminio planificado, sino el producto desafortunado, y hasta cierto punto inevitable, de un contexto bélico internacional…

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