Por Guillermo Lorén, Blog.

“Comprendí los libros, antes que nada, palpándolos y oliéndolos. No era yo el único. Entre las hojas veía algunas veces un insecto rojizo. «No lo mates», me prohibía mi abuelo. «Es un escorpión de libros. Cada mundo ha de tener sus bichos. El libro también es un mundo. Los bichos están destinados a alimentarse de los pecados y errores del mundo. Eso mismo pasa con este escorpión: corrige los errores del libro.»…

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