Por Frank G. Rubio, El Pulso.
Sin ir más lejos, es posible imaginar signos que fueran producidos y leídos exclusivamente por máquinas “muertas”. Y es posible imaginar signos qué sólo pudieran ser leídos por Dios. Boris Groys.
Complementa este trabajo, que data ya del 2000 en su primera edición, al publicado por la misma editorial en el 2005 bajo el título: Sobre lo nuevo. Allí aparecía ya el concepto de “economía cultural”, definido como el intercambio entre el archivo de los valores culturales y el espacio profano exterior a él…