Sin intención de provocar polémicas innecesarias, pero con el deber, también de hacer justicia -de procurarlo al menos- hay que decir que el Sur -Andalucía, claro- tiene en su haber histórico una inconmesurable tradición poética, aunque en algunos tramos -pocos- de esa historia la veleta de la poesía -todos tienen derecho- señalara otros nortes. Apelando al pasado no hay más que ver lo que significó lo arábigo-andaluz; la lírica popular del siglo XV; la Escuela Antequerana; las dos Escuelas Sevillanas; el XIX, corazonal y desbordante como mandan los cánones románticos, con Bécquer iniciando la lírica moderna; el soplo sensorial del Modernismo, con el primer Manuel Machado y Villalón; la indiscutible paterniadad poética de los dos grandes -Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez; las piruetas, después, de las vanguardias con la revista Grecia; la insuperable generación del 27 con sus ocho magníficos, de los cuales nada menos que cuatro -Aleixandre, Cernuda, Lorca y Alberti- son de la tierra; a más de otros tan revelantes como Prados, Altolaguirre, Moreno Villa, Laffón y Romero Murube…