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Cajón de Dante, sección dominical con cadencia quincenal, es una galería de textos de diversos estilos, géneros y tendencias, en que se mezclan de manera plural diferentes autores y temas. La finalidad es dar a conocer trabajos literarios de autores Pre-Textos que por distintas razones todavía no han sido publicados y que reposan en los cajones de los escritorios de sus autores o en los de la propia editorial.

Hemos rebuscado en el vigésimo Cajón de Dante y hallamos un poema inédito de Marcos Canteli.
(Bimenes, Asturias, 1974) de su libro etcétera, septiembre; como muestra del mismo nos pone, por un lado, en situación sobre la hoja de ruta que tendrá la nueva entrega poética, y por otro y en consonancia con la esencia de su obra, nos mantiene al tanto de cuestiones como la conversión del verso en prosa (y viceversa) dentro del poema, la eficacia expresiva, la fragmentación formal o la elipsis significativa, entre otros aspectos. Todo ello y más se encuentra en este poema y en su poesía.
Este poeta es autor de los siguientes libros de poesía: Reunión (Icaria, 1999), Enjambre (Bartleby Editores, 2003) y Su sombrío (XXXI Premio de Poesía Ciudad de Burgos; Barcelona: DVD Ediciones, 2005) y Es brizna (Pre-textos, 2011). En la actualidad coordina la revista electrónica 7de7.

Lo que hoy digo, mañana se tacha

Y hasta ahora pude, creí decir:
Soy un hombre sin amor ni escritura;
a veces más, a veces menos. Sin
que necesariamente fuera verdad.
Tengo un hijo.

Quiero que todo entre como quiera cuando quiera.

Sábanas de agua y un ala que no dejabas estar. Suben las bolsas tras un agosto en que se desataron fiebres vendedoras, sin freno, y respuestas unificadas a la crisis soberana. El gran coronel, el muñequito de trapo. Fin del Ramadán. Plácet. (Habría que poner en itálicas también la primera frase.
-No debería hurgar en mis documentos).

Sin que necesariamente fuera verdad.
Necesariamente.

Pueden inquietarme las banderas tanto como las nubes
detenidas mar negro memoria ausente de la resaca, o limiagos. Por la noche
siento el agua dentro de mi cuerpo,
pero eso no me inquieta.

Tampoco nadie lucha contra nada. A veces
las cosas, simplemente, no salen.

Si corto demasiado, pierdo el pulso, así que contesto un correo en el que –lo más probable- me agradecen los datos para un presupuesto, pospongo una recomendación, planeo un menú y con ello una lista mental de la compra. En realidad, esto ya fue hecho y anotado el martes 12 de abril, 2011. Al día siguiente: una y otra vez llega el desierto (canal Viajar), alguien sentado en el suelo desde lo alto de una meseta contempla. Ahora, sin embargo, anotaría: una y otra vez llega el desierto (canal Viajar), alguien contempla sentado en el suelo desde lo alto de una meseta.Quiero, querría ser un poco más tolerante.

Pero me sigue faltando el amor, el lamer, y mi hijo.

Memoria ausente de la resaca, o limiagos.
Limiagos es una palabra acartonada. Preferiría haber escrito llimaz (llimaces), al rechazar la sonoridad de babosa, pero soy infiel de lo mío. El otro día, al bajar del coche, destripé uno, creo que marrón, con bordes anaranjados.

A veces más, a veces menos. Tengo un hijo.

Afilo chatarra. Chirría. Si corto demasiado
pierdo el pulso.

Y, sí, todos los días paseo con él, piso olas
para calibrar el cielo. O: después,
tras el amor el carácter. Hoy no. El lamer no
aparecía (el mar, ya lo he dicho).

Que a veces
hay bordes y otras no se ven. Tendríamos que flotar
más a menudo. Tanto
como tendríamos que decir tendríamos menos a menudo.

A sus nueve meses, cada vez que despierta, se queda
se queda mirando (staring) al techo, a la lámpara, abre la boca y dice ahhh
(ah,
si pudiera describir la forma de sus labios).

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