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Cajón de Dante, sección dominical con cadencia quincenal, es una galería de textos de diversos estilos, géneros y tendencias, en que se mezclan de manera plural diferentes autores y temas. La finalidad es dar a conocer trabajos literarios de autores Pre-Textos que por distintas razones todavía no han sido publicados y que reposan en los cajones de los escritorios de sus autores o en los de la propia editorial.

En esta duodécima entrega presentamos un fragmento del libro inédito India, que publicará la editorial Pre-Textos, de la poeta y ensayista española de origen belga, Chantal Maillard; un libro en el que se reúnen sus textos (ensayos, poemas, diarios y crítica) sobre ese territorio. El texto que ofrecemos, “Danza”, supone una muestra de su carácter híbrido y de una necesidad especial de decir.

DANZA

Dicen que el universo es ritmo. Toda vibración lo es. Y el universo es vibración. La que producen los pies de Śiva sobre la tierra polvorienta. Tāla. Tāndava. Siva danza y levanta el polvo con sus pies. Śiva danza rodeado de fuego. Su fuego: su ardor, su deseo. El universo nace del deseo. La voluntad de Śiva: vibración: spanda. Su ritmo es el pulso del universo.

Dicen que un ejército marchando a paso ritmado puede hacer volar un puente.
Una gota de agua cayendo a un ritmo regular en un mismo punto de la cabeza es uno de los suplicios a los que aficionaban en la antigua China.
Vibración amplificada. El ritmo hace estallar los puentes, las venas, la razón…

También hace que un niño se duerma.
Musitado, el ritmo acuna. Recuerdo del corazón amniótico.
El tic-tac de un reloj hace que el corazón del insomne se acompase y advenga el sueño.
Ritmo. Pulso universal. Vaivén. Marcación cerrada, segura entre dos puntos. Pendular.
El universo como péndulo. Segmento de un círculo. Perfección, el círculo, según los griegos. Fragmento de perfección. El círculo: punto ensanchado. Germen dado a ver. Bindu: punto germen.

Péndulo. Segmento de un círculo nunca concluido. Trazo truncado por el retorno forzoso. Tensión interrumpida por la atracción del contrario. El universo se mantiene por la tensión entre opuestos. Perpetuo movimiento. Equilibrio siempre incierto y siempre mantenido. ¿Qué le permite al funámbulo mantenerse sobre la cuerda floja? Su movimiento. Nada que se mantenga inmóvil vive. Nada que esté vivo permanece inmóvil. Ejercicio de equilibrio permanente, movimiento de fuerzas que sostienen, como un diávolo en su cuerda, toda vida.

Péndulo. Movimiento coaccionado por la gravedad de un centro. Punto suspendido, correspondiendo a otro punto, grave. Dos puntos trazando la verticalidad, la de un cuerpo erguido sobre el suelo.
Y he aquí que ese cuerpo se balancea, pendulea, y del eje se despegan las extremidades, balanceándose a su vez a imagen del cuerpo todo entero, acompañándolo. Brazos, piernas trazando segmentos de círculos en el aire. Ensayando líneas, figuras, formas que el aire dicta, invisibles, moldeadas a tenor de las corrientes. Gesto.

Gesto. Cuerpo desligado del verbo y que, a pesar de ello, dice. Se dice. Sin aún mostrar nada salvo a sí mismo. Es el primer estadio de la danza. El más puro, sin duda. Cuerpo entregado a la expresión, cuerpo liberado. O puede que éste fuese el último estadio, pues qué fue antes, ¿el gesto que significa o el gesto puro? Porque tuvo que haber un momento en que el cuerpo halló la manera de decir algo. De decir mejor que las palabras. Más enteramente. Sugerencia más exacta que el verbo. Mostrar mejor que decir.

El Buddha mostró una flor para responder a la pregunta más difícil. La flor era más. Más que la pregunta difícil. Más que su respuesta. Cualquier cosa es más que su nombre.

Mostrar la montaña. Decir la montaña. Mostrar, señalar, decir… ¿acaso no es más montaña el gesto que la señala que la palabra que la dice?
Mostrar, señalar… pero y la montaña ausente ¿cómo decirla? Mostrar, decir… representar. ¿Representar?
El cuerpo vacila un instante, busca la postura, flexiona, reflexiona, se eleva, el tronco se yergue, los brazos se abren, dibujan un cerco vivo, móvil, tan móvil como la montaña cuando no la fija el concepto.
Representar. Decir…
Y los ojos buscan otros ojos, los labios, otros labios en la distancia, el cuerpo se vuelve hacia otros cuerpos e inicia la danza.

Más tarde, mucho más tarde, ante la cortina a punto de descorrerse sobre el escenario, allí, ante el telón a punto de levantarse, un personaje se adelanta, se inclina y, vuelto hacia los espectadores, en un murmullo dice:

En un principio era la danza… ¿O era la palabra?

(Yo, desde mi inmovilidad, asisto al espectáculo).

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