villena.jpg

Cajón de Dante, sección dominical con cadencia quincenal, es una galería de textos de diversos estilos, géneros y tendencias, en que se mezclan de manera plural diferentes autores y temas. La finalidad es dar a conocer trabajos literarios de autores Pre-Textos que por distintas razones todavía no han sido publicados y que reposan en los cajones de los escritorios de sus autores o en los de la propia editorial.
En esta décimo novena entrega os presentamos quince aforismos del poeta, narrador, ensayista, crítico literario y traductor, Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951) extraídos por Julio César Galán de diversos poemarios. En estos disparos de la inteligencia y la emoción discurre el desencanto, la pesadez del tiempo y una visión del mundo sin ornamentos, a palo seco.

¡Todavía no existe el hombre! La vida está remota de la vida. Todo joven sol es futuro en metáfora. El sueño sólo y el deseo me defiendan.

¿Fracasa la realidad o fracasamos nosotros?

Todos estamos llamados al olvido. Nada vale nada más que en la misma médula del corazón adentro.

Ya sé que nada queda, que fue nada tanto turbio cortejo de placeres, y que Tú nos has dicho que tampoco es la Fama la reina presentida, pues el mundo es caduco…

Dicen que en la noche la vida sólo es vida.

¡Tengo tantos recuerdos y pude ser feliz tantas veces, que el tiempo se escurre en mí pidiéndome reposo!

Yo sé que hubo un beso antes del mundo.

Nos enseñan las ruinas, nos advierten, amonestan del tiempo, y reprenden, sobre todo, la hermosura.

¿Romanticismo? Nada de aquí nos sacia. Abren sus ojos otro universo.

Sedientos de ideal y perfección la realidad nos tumba, y al final-en ese paso malo en que quizá fuese amiga la demencia-nos damos cuenta del seco batacazo.

Todo fue falso. Nuestra ilusión también. Pero valió la pena el arduo desarreglo, el ardor vivencial que nos llevó a ese trance.

Nada raro. Los vivos (ya sabemos) transforman a los muertos-acaso por venganza-en marmóreas estatuas. Los matan nuevamente.

Quiso vivir sin salir de la vida. Y comprobó que en los márgenes se abren flores más intensas, y que el divino ideal, el empujón primero de los años, dura poco.

Fue todo sombras, porque en sombras vivimos.

No es difícil repasar los horrores colectivos de la Historia; el dolor de cada individuo (de los billones de seres de quienes nada sabemos) produciría un vértigo fangoso y absoluto. Y sin embargo, conocemos la razón de todo o su locura.

+ Ver todos los libros de Luis Antonio De Villena editados por Pre-Textos