Hoy, como cada lunes, volvemos a presentaros un ejemplo de librería que, por su labor, su oferta y sus criterios propios, constituye una excepción en el panorama nacional e internacional de las librerías literarias.
El homenaje de hoy es para la española librería Picasso, fundada en 1976 en Almería, el mismo año en que la Editorial Pre-Textos, y que cuenta en la actualidad con un espacio de más de 2.000 metros cuadrados repartidos en cinco librerías ubicadas en las provincias de Granada y la misma Almería.
Nacida en plena transición democrática española, de la mano de Manuel Peral, librero con la vocación de ser un agente cultural que diera respuesta a las inquietudes ideológicas del momento, la librería fue galardonada el pasado año con el Premio Boixareu Ginesta que otorga la Federación de Gremios de Editores de España y que “reconoce la actuación cotidiana de las librerías Picasso y de su propietario, Manuel Peral, en el fomento de la lectura y de la cultura y su capacidad para mantener una amplia oferta editorial, a través de los fondos editoriales”.
Manuel Peral, hijo de un pastor y comerciante ambulante de telas granadino al que llamaban el Telero, y que a lomos de una burra, cruzando el Puerto de La Ragua a más de dos mil metros de altura, sobrevivía a la miseria que oprimía su tierra, vendiendo telas por los cortijos del almeriense Campo de Dalías, ha heredado la pasión, el espíritu de superación y el de adaptación que su progenitor le inculcó desde muy pequeño. Peral es un librero incansable y luchador, que ha demostrado con el paso de los años que los avatares del mundo del libro, como los de la vida misma, es mejor afrontarlos sin temor y con valentía. Han sido muchos los cambios sociales, tecnológicos, de tendencias de mercado y de formas de producción en el mundo editorial a los que Peral y su librerías han ido dando respuestas adecuadas y eficaces en estos casi cuarenta años de actividad.
En recientes declaraciones a Radio San Borondón, Manuel Peral, dejaba clara su postura ante las situaciones de cambio, y los vaivenes de los ciclos económicos: “Lo primero es creer en lo que haces. Lo segundo es adecentar la tienda. Yo me meto en ferreterías de esas de los barrios, donde parece que si te mueves te vaya a caer encima una estantería. Hay librerías que son así: no puedes moverte por los pasillos. Tenemos que adecentar las librerías, hacerlas diáfanas, luminosas, y luego cargarlas de libros, tener fondos” y añade: “Parece que al ser libreros tengamos una patente de corso, una especie de salvoconducto para la gloria. ¿Para qué gloria? Luego cierra la librería y nadie tiene la culpa de haberlo hecho mal. Recuerdo que en 2008 lo pasamos medianamente bien; en el 2009 empezó la crisis. Bien, yo puse en todos los mensajes, en facebook y en las cabeceras de los pedidos: ‘A más crisis, más fondos’”.
Peral se sorprende de que haya librerías que están reduciendo espacios cuando las editoriales están rabiando por colocar los libros y cuenta que “en los años ochenta, que también fueron grises, la librería Picasso en Almería tenía sus luces encendidas y mucha gente pasaba por aquella calle porque estaba la librería Picasso y muchas tiendecitas vivían al socaire de que estaba allí la librería, pero para eso, la librería tiene que ser hegemónica en el barrio, la librería en el barrio es una especie de dique contra la desertización cultural. Hay que ponerla ahí, pero no basta con ponerla, hay que ponerla con dignidad, hay que tener un espacio amable y un contenido potente”.
Desde aquí celebramos esta fuerza y estas ganas de superación contagiosa, y le auguramos lo mejor a las librerías Picasso y a sus lectores.