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Hoy, como cada lunes, volvemos a presentaros un ejemplo de librería que, por su labor, su oferta y sus criterios propios, constituye una excepción en el panorama nacional e internacional de las librerías literarias.

El homenaje de hoy es para la librería Libélula Libros, de Manizales, ciudad del “Eje Cafetero” colombiano que la vio nacer hace ya más de una década gracias a una idea de Carolina y Pablo Felipe Arango, un matrimonio que, decidido a abrirse al mundo del comercio del libro, inauguró una pequeña librería con apenas unos cuantos libros en los estantes, que poco a poco fue convirtiéndose en lugar de reunión y de buenas lecturas.
Hoy los libros inundan el local, están por todas partes, y cada vez que llega una nueva caja con un nuevo pedido, los libreros se las ingenian, como si del videojuego del tetrix se tratara, para organizarlos encontrándoles hueco en las estanterías, que aún repletas, parecen esconder todavía sitios disponibles. Como afirma uno de sus propietarios: “Parece como si los muebles se expandieran en una justa y casi invisible medida y los libros terminan encontrando su lugar”.
Hace dos años, coincidiendo con el décimo aniversario de la librería, Libélula Libros cambió de dueños y desde entonces la llevan Christian Camilo Londoño y Tomás David Rubio, dos jóvenes libreros que primero trabajaron como dependientes en la misma librería y que luego, armados de ilusión, se pusieron al mando perpetuando, como David confiesa, “ese oficio tan grato que es ser librero”. “Libélula es pequeña”, añade, “y está llena de caprichos: en la mesa de novedades irá primero un libro como Perorata del apestado o Los cuadernos de Fritz Kocher antes que el “fenómeno editorial” del momento. Ser librero es preocuparse por sus clientes y hacer hasta lo aparentemente imposible por conseguir el libro.” Y en eso se les van los días a estos dos amigos, unidos por una gran y activa pasión librera, conocida también en los foros de internet, donde mantienen un interesante blog de reseñas y recomendaciones literarias como soporte del muy selecto catálogo librero que han conformado con el pasar del tiempo y que ofrecen cotidianamente a sus fieles lectores.
Y para terminar, nos ha llegado la noticia de que los chicos de Libélula Libros, a pesar del pesimismo que algunos se empeñan en mantener, acaban de abrir una nueva sede en la vecina ciudad de Armenia. Esperamos que el ejemplo de estos dos jóvenes libreros colombianos cunda y que nunca y en ningún sitio echemos de menos una buena librería.
Desde aquí, nuestros mejores deseos para la Libélula Libros y para sus lectores.
Que tengáis buena lecturas…