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Hoy, como cada lunes, volvemos a presentaros un ejemplo de librería que, por su labor, su oferta y sus criterios propios, constituye una excepción en el panorama nacional e internacional de las librerías literarias.

El homenaje de hoy es para la mexicana librería Gandhi, que en 2011 cumplió cuarenta años de existencia, gracias a la labor de su fundador, Mauricio Achar (1938-2004), que en 1971 emprendió una cruzada personal contra los bajos índices de lectura del país, creando un espacio donde el lector pudiera acercarse a los libros de manera directa y sin los temores reverenciales de las personas no acostumbradas a lectura.
Ya empezando por el nombre, queda clara la fascinación de su fundador por la vida del activista Mahatma Gandhi, quien independizó a su pueblo a través de su pensamiento y no con el uso de las armas.
El esfuerzo de Achar para desmitificar el mundo de las letras y hacerlo accesible al gran público era una constante en su labor de librero; más de una vez se le ha oído decir a sus lectores con un tono de broma “que los libros no muerden”. Es que Mauricio Achar quería una librería donde sucedieran cosas, muchas cosas, y lo consiguió ampliamente, pues en ella se reunía y se relajaba con sus amigos e intelectuales como Jaime Sabines, Germán Dehesa, Gabriel García Márquez, Tania Libertad, Eugenia León, incluso Silvio Rodríguez, cuenta Alberto Achar, sobrino del fundador y gerente de mercadotecnia de la actual cadena de librerías.
El viejo local de la avenida Miguel Ángel de Quevedo —al sur de la ciudad de México— ocupaba apenas 150 metros cuadrados, “a un lado había una academia de kárate, una dulcería, una zapatería… que fueron desplazados poco a poco por la librería hasta quedarse con 600 metros cuadrados”, detalla Alberto Achar.
Sin embargo, el crecimiento más importante se dio en la última década, hasta conformar una cadena con veinticinco librerías, once en la ciudad de México y catorce en el área metropolitana.
La apertura de las librerías Gandhi introdujo nuevos fenómenos en el mercado, como por ejemplo, el robo de libros, de donde surgen muchas de las anécdotas que constituyen la historia de la cadena. “Independientemente de que como dueño del negocio estaba atento al problema, en el fondo le gustaba: hubo un caso de un lector al que sorprendió en flagrante robo y le preguntó por qué lo hacía; tras las explicaciones, Mauricio le dijo: ‘Llévatelos, nada más que cuando acabes la carrera me traes el título’. Cuentan que años después esa persona fue a entregarle el título”, relata el sobrino del fundador.
Entre otras de las anécdotas, está la aparición de una mochilla en una estantería de la librería, que contenía cerca de veinte libros, dinero en efectivo y una carta en que alguien confesaba haber robado esos libros para terminar su carrera, pero que ahora ya acabada y con posibilidades económicas, devolvía los ejemplares robados, dejando el dinero como pago.
Estas anécdotas junto a muchas otras son parte del rico universo librero que Mauricio Achar ha ido atesorando a lo largo de su carrera. Hoy día todo mexicano conoce y reconoce los valores de las librerías Gandhi. Y además, ¿quién no ha visto por las calles de México los anuncios publicitarios, de un amarillo intenso, del fomento de la lectura firmados por la librería?

Desde aquí, nuestros mejores deseos para las librerías Gandhi, y para sus lectores.

Que tengáis buena lecturas…