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Hoy, como cada lunes, volvemos a presentaros un ejemplo de librería que, por su labor, su oferta y sus criterios propios, constituye una excepción en el panorama nacional e internacional de las librerías literarias.

El homenaje de hoy es para la ovetense librería Ojanguren, fundada en 1856 en lo que hoy se conoce como el “Oviedo Antiguo” y que tuvo entre sus más ilustres clientes a Leopoldo Alas Clarín, el cual cobraba puntualmente en la misma sus colaboraciones en las revistas literarias de Madrid.
Situada durante más de ciento cincuenta años en el mismo edificio de la plaza de Riego, a la vera de la sede histórica de la Universidad de Oviedo, la librería Ojanguren tuvo que soportar el pasado mes de octubre una mudanza forzosa ante el riesgo de derrumbe del inmueble que la albergaba, que ha sido desalojado totalmente y apuntalado.
Por suerte, la librería contaba desde hacía unos años con una segunda sede más amplia en la misma plaza, junto a los restos de la muralla de la ciudad, donde de manera apresurada se pudo trasladar la enorme cantidad de libros que albergaba la antigua librería. Podemos imaginar la sorpresa de los muchos ovetenses que conocen desde siempre esta librería, cuyo nombre proviene de Enedina Fernández Ojanguren, la mujer de Bernardino Maside Berros, que en 1931 adquirió la librería, gestionada en la actualidad por Julio Rojo Fernández, sobrino de la señora Enedina.
La tradición centenaria al servicio del libro, el amplísimo stock de títulos disponibles, la veintena de personas encargadas de que todo funcione como es debido son algunas de las características principales de esta librería, que puede considerarse realmente como una sobreviviente.

Desde aquí, nuestros mejores deseos para la librería Ojanguren y sus lectores.

Que tengáis buena lecturas…