Por Santos Sanz Villanueva, en Revista Mercurio
Existe en nuestra narrativa actual un impreciso grupo de narradores emparedados entre otros dos bien definidos. Por una parte están autores de obras descaradamente comerciales y de nula voluntad literaria. Por otra, escritores de calidad bien respaldados por sellos editoriales prestigiosos y de gran presencia en el mercado. El primer grupo señalado lo forman novelistas también de calidad cuyas obras peregrinan por pequeñas editoriales, apenas se les promociona y obtienen a lo sumo esporádico interés crítico con motivo de alguna nueva obra. En suma, no logran ni un nombre consolidado ni un perfil claro en el variopinto panorama de nuestras letras presentes. Entre ellos —y son muchos— figura una escritora madrileña ya veterana, también pintora, Irene Gracia, con media docena de novelas y varios libros de relatos en su haber.
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