Cajón de Dante, sección dominical con cadencia quincenal, es una galería de textos de diversos estilos, géneros y tendencias, en que se mezclan de manera plural diferentes autores y temas. La finalidad es dar a conocer trabajos literarios de autores Pre-Textos que por distintas razones todavía no han sido publicados y que reposan en los cajones de los escritorios de sus autores o en los de la propia editorial.
En esta novena entrega presentamos tres poemas inéditos en castellano de Nuno Júdice (Portugal, 1949), sin duda una de las grandes voces de la literatura en portugués. Forman parte de una antología que publicaremos traducida por el también poeta y traductor Juan Carlos Reche, en la que se hace una selección esencial de los libros publicados por Júdice en lo que llevamos de siglo XXI.
ÓXIDOS
No se dice que una palabra se oxida, como
pasa con los metales. Pero hay palabras
que herrumbran, y no sé qué hacer para
limpiarlas, para que tengan el brillo
de la primera vez que fueron dichas –en
el caso de que podamos saber la primera
vez en que una palabra fue dicha.
Tampoco se dice que un sentimiento
se oxida en contacto con el aire, o que
hay que mantenerlo en una atmósfera pura,
limpia de viento y humedad. Al
contrario, cuando se encuentra expuesto
al tiempo el sentimiento gana la
fuerza que le permite resistir a lo efímero.
Sin embargo, estas palabras que parecen
oxidadas, podemos pasarlas por la esponja
del sentimiento. Lo que parecía polvo
se transforma en luz; y vuelvo a decirlas
para que oigas, en el filtro del poema,
lo que el amor hace a las palabras.
AXIOMA POÉTICO
Hay dos posibilidades de sentido más
allá de la que el poema indica: la primera
atañe a lo que yo siento;
la segunda, a lo que yo pienso de lo que
siento. Pero otra posibilidad, que
no está en la primera ni en la segunda
opción, habla de lo que
yo pienso de lo que siento y, por otro
lado, de lo que yo siento de lo que pienso. Si
no sé, con certeza, cuál de ellas es más verdadera,
es porque lo más verdadero es
lo incierto, y cuanto más incierto más
lo siento como verdadero. Llego, por ello,
a una conclusión: la tercera posibilidad
surge de las dos primeras, y lo que
pienso me hace sentir que sólo siento
porque pienso, aunque también
pudiera pensar que sólo lo siento por
no haber sentido sin sentimiento.
CIENCIA
El agrónomo conoce el estado de los campos,
el mes en que la escarcha amenaza las vides,
la inteligencia en los ojos del rebaño de cabras
que pastan la abundante hierba de la primavera.
A veces, se vuelve arqueólogo: por debajo
de esta tierra conocemos el camino del agua;
y a cinco centímetros de la superficie, donde
hay arena y polvo de huesos, hubo un jardín.
Los muros de calcáreo y basalto no le
son ajenos; ni la dirección de los vientos,
que soplan del norte, y traen el hielo de las
montañas y lo meten en los corrales.
Lo que él no sabe es adónde van
estas nubes; ni el peso que portan
en agua, ni lo que les pido que digan
a quien las mira, sin saber de dónde vienen.
Ver todos los libros de Juan Carlos Reche traducidos para Pre-Textos